Tal vez hayas escuchado que el intestino es el segundo cerebro, denominado así por la gran cantidad de redes neuronales que posee, que se conecta con nuestro “primer cerebro” formando el eje cerebro-intestinal que trabaja de manera bidireccional, es decir, que no sólo señales del cerebro influyen en el trabajo del intestino, señales principalmente relacionadas con la motilidad, sino que señales del intestino influyen en el trabajo del cerebro que afectan nuestras decisiones, humor, estado de ánimo.
Como si fuera poco saber que tenemos 2 cerebros, más recientemente un creciente número de investigaciones están hablando que tenemos un cerebro más y se trata de la Microbiota Intestinal ¡Esto es sorprendente!
La microbiota Intestinal, más que unos bichitos
La Microbiota Intestinal no solo se trata de microrganismos (o “bichitos”) que viven en nuestro intestino, sino que conforman un complejo sistema microbiano compuesto por bacterias, hongos, levaduras, parásitos intestinales, virus, entre otros, que habitan en el organismo de forma armónica y en simbiosis. La microbiota humana representa del 1 a 3% de la masa corporal total y, en algunos casos, podrían representar hasta unos 1,4 Kg de nuestro peso corporal (Greenlaw y Ruggiero, 2015). ¿Sabías que por cada célula humana hay 10 células correspondientes a la microbiota? Cuando empezamos a darnos cuenta de que somos más microbios que humanos y que estos son capaces de “comunicarse” con el sistema nervioso central y, por lo tanto, pueden impactar las funciones del cerebro y regular el comportamiento humano (Cryan y Dinan, 2012) entonces su denominación de “tercer cerebro” empieza a tener cada vez más sentido
La función más conocida de la microbiota es influir en los procesos digestivos e inflamatorios, pero más recientemente la ciencia la relaciona con el padecimiento de obesidad, alergias y sensibilidades alimentarias, enfermedades crónicas, también en el estado de ánimo y la función del sistema inmune.
Múltiples investigaciones se están concentrando en delimitar la influencia que tiene la microflora intestinal en otras funciones cognitivas, rompiendo el paradigma de que el “cerebro” es el único responsable de estas funciones cognitivas. Magnusson y cols (2013) señala que “las bacterias pueden liberar compuestos que actúan como neurotransmisores, estimulan los nervios sensoriales, el sistema inmunológico y afectan a una amplia gama de funciones biológicas”
Entre los neurotransmisores, la serotonina producida por la microflora es responsable de mantener el equilibrio del estado de ánimo y cuyo desequilibrio contribuye con el desarrollo de la depresión. Un estudio publicado en la revista Cell, en abril de 2015, encontró que ciertas bacterias intestinales influyen en la producción de serotonina, a través de su influencia en la concentración del triptófano, aminoácido esencial para la biosíntesis de serotonina (Yano, JM y otros, 2015). Previamente, se creía que el único lugar donde era producido ese neurotransmisor era en el cerebro, sin embargo, la mayor parte de la serotonina periférica es producida en el intestino. Inclusive, hoy en día algunos estudios describen que pudiera más bien representar hasta un 90%. Por lo tanto, el eje microbiota-intestino-cerebro hace referencia a red de comunicación bidireccional entre el sistema nervioso central, el tracto gastrointestinal y la microbiota intestinal. La serotonina funciona como un neurotransmisor clave en ambos terminales de esta red.
¡Lo que comes afecta tus 3 cerebros!
La alimentación es el factor más importante que influye en la composición de la microflora intestinal. Cómo te alimentes, así también se alimentará la microflora. El Protocolo 3R es una estrategia novedosa. Se remueven alimentos que causan sensibilidad y adicionalmente carbohidratos refinados, azúcar añadidos y grasas procesadas. Se reponen alimentos con alto contenido de grasas buenas, alimentos con probiótico, proteínas de alta calidad y abudantes vegetales, los cuales inducen a la renovación en la composición de la microbiota intestinal. Esta estrategia forma parte del manejo de enfermedades inflamatorias crónicas, como son la obesidad, manejo de trastornos relacionados con el estrés, los trastornos del neurodesarrollo como el autismo y en otras patologías asociadas como son las de tipo autoinmune.
Es por esto que para tener una buena salud mental, mejor función cognitiva, memoria, comportamiento, humor y pare de contar, debemos no solo saber cómo se encuentra nuestro primer cerebro, sino revisar nuestro segundo cerebro (intestino) y nuestro tercer cerebro (microbiota intestinal) asegurando se encuentren saludables.
Referencias
Beilharz, J., Kaakoush, N., Maniam, J., & Morris, M. (2017). Cafeteria diet and probiotic therapy: cross talk among memory, neuroplasticity, serotonin receptors and gut microbiota in the rat. Molecular Psychiatry.
Cryan, J., & Dinan, T. (2012). Mind-altering microorganisms: the impact of the gut microbiota on brain and behavior. Nature Reviews Neuroscience, 701-12.
Greenlaw, R., & Ruggiero, M. (2015). Your third brain: the revolucionary new discovery to achieve optimum health. Centennial, CO: Extraordinary wellness Publishing.
Magnusson, K., Hauck, L., Jeffrey, B., Elias, V., Humphrey, A., Nath, R., . . . Bermudez, L. (2013). Relationships between diet-related changes in the gut microbiome and cognitive flexibility. Neuroscience. , 128-40.
otros, Y. y. (2015). Indigenous Bacteria from the Gut Microbiota Regulate Host Serotonin Biosynthesis. Cell., 161(2), 264–76.
Proctor, C., Thiennimitr, P., & Chattipakorn, N. (2017). Diet, gut microbiota and cognition. . Metab Brain Dis.
Equipo Editorial NutriWhite